Después de la publicación de la foto de Bre y
su esposo Josh, hubo una reacción casi viral, Bre decidió empezar un blog llamado:
El Poder de la Oración, para compartir la historia detrás de la imagen.
La pureza sexual no es fácil hoy en día. Pero
Dios nos llama a mantener a salvo la intimidad sexual para la relación del
pacto del matrimonio. Hebreos 13:4 dice: "Tengan en alta estima el
matrimonio y la pureza conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos
los que cometen inmoralidades sexuales.” Para quienes han desobedecido la orden
de Dios hay gracia y perdón a través de Jesús. Y esta misma gracia debe motivar
a todos nosotros - a pesar de nuestros errores del pasado - a ser santos como
nuestro amoroso Padre Celestial es santo (1 Pedro 1:15-16). Si estás saliendo o
estás comprometido y luchando para honrar al Señor en tu relación física, yo ruego
que la historia de Bre y Josh te anime. ¡Obedecer a Dios es siempre lo mejor!
La Historia Detrás De La Foto
Momentos antes había ido a caminar por el
pasillo, mi futura suegra entró en el vestuario donde mis damas de honor y yo
estábamos con risas nerviosas y revoloteando por terminar detalles de última
hora.
"¡Cariño, tu novio está llamándote!”
Hecha un manojo de nervios le dije:
"¿Qué? ¡No estoy lista! Tengo que ponerme mis zapatos y..." Ella ya
había tomado mi mano y me llevó a una esquina, donde mi novio estaba esperando.
Apenas me senté, me llené de tanta expectación! Tanta emoción! Muchos nervios!
"¿Le gustará mi vestido? ¿Se ve bonito mi
cabello? ¿Puede verme?"
Justo a la vuelta de la esquina se sentó mi futuro
marido; estaba nerviosa, por si él podría verme y con la esperanza secreta de
echarle un vistazo a él. En mi estado de nervios yo fui la primera en hablar,
"¡Hola cariño! ¡Nos vamos a casar
hoy!"
"Lo sé querida y yo quiero orar contigo antes
que lo hagamos."
Allí nos sentamos alrededor de la esquina tomados
de la mano, y juntos bajamos la cabeza. La gente estaba corriendo alrededor, y
el coordinador de la boda dirigía a las personas aquí y allá, los fotógrafos
tomando fotos y los invitados a la fiesta de boda disfrutaban la compañía unos
de otros. Sin embargo, en ese momento, en la quietud de nuestros corazones y
mentes, mi marido y yo estábamos solos en la presencia de nuestro Salvador,
Jesucristo.
Mi marido pidió a Dios que bendiga nuestro
matrimonio, que a en las buenas o en las malas juntos nunca perdiéramos la
esperanza en el otro. Que en lugar de centrarnos en las imperfecciones de
ambos, que siempre nos basaríamos en la perfección de Cristo. Que nos
levantaríamos todos los días para escoger amar al otro no a través de nuestra
propia fuerza, sino por el poder del amor perfecto de Cristo.
Con nuestras manos apretadas con fuerza el uno
al otro, juntos dijimos "Amén", ambos con voz temblorosa, mientras me
llevaron lejos limpié las lágrimas de mi cara y me puse el velo.
Después de que mis damas de honor, madre, suegra
y cualquier otra chica en la sala me habían terminado de comprimir, rizar, ponerme
y quitarme hasta hacerme sonrojar, me miré en el espejo. Allí estaba yo,
llevaba mi vestido de novia blanco puro, listo para caminar por el pasillo hacia
mi príncipe azul.
Mira, no es sólo mi príncipe azul por su
aspecto increíblemente guapo, o su maravilloso humor, o el hecho de que tenemos
mucho en común. Él es mi príncipe azul porque me ayudó a proteger el don más
precioso que poseía, mi pureza.
Poco después de haber empezado a salir con él,
nerviosamente le dije a mi príncipe que yo era virgen y planeaba serlo hasta la
noche de mi boda, a lo que respondió que él nunca lo había pensado de otra
manera.
A lo largo de nuestras salidas y el compromiso,
constantemente luchamos y a veces se sentía como una batalla perdida. Luchamos
contra la tentación, con la oración, las Escrituras y la rendición de cuentas.
Había amigos vigilando que no estuviéramos juntos hasta tarde en la noche y que
él se reuniera regularmente con otros hombres de Dios a orar por fuerza. A
veces, sobre todo cuando la boda se acercaba, pensábamos que estábamos tratando
de hacer lo imposible.
"¿Por qué estamos haciendo esto?" Me
preguntaba en mi debilidad y él me recordaba: es porque Dios nos había dicho
demasiado.
"No puedo hacerlo, no puedo ... esto es
demasiado duro!" él me confesaba y yo oraba por su fuerza.
Cuando caminaba por el pasillo con mi vestido
blanco, miré directamente a los ojos del hombre que se había puesto a sí mismo para
proteger y honrar a la esposa que Dios le había dado.
Cuando sus ojos se cruzaron con los míos, él
vió al rostro de la mujer que había esperado para él, la mujer que lo apoyaría
y lo amaría por el resto de su vida, en las buenas y en las malas.
Comparto todo esto porque en esa oración que hicimos,
que fue capturada aquí en la cámara, le pedimos al Señor que usara nuestra boda
para darle a Él toda la gloria que merece por derecho. No habríamos llegado a
donde estábamos en nuestra propia fuerza, sino por Su mano de protección sobre nuestra
relación.
Fuente: The Beauty of Purity [Joshua Harris]
Traducción: Angélica R. Santos
Edición: Rubén RuYs
Fotografía: Kim D. Burke
También es La Belleza de la Pureza (Slice of Love - Facebook)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario